Entrevista a The Killers

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Les dejo una intersante entrevista a Brandon de the killers por parte de la gente de RS

Pecando en Las Vegas con Brandon Flowers, el rockstar mormón que quiere ser más grande que Bono

A Brandon Flowers le está costando hacerse entender. Quizá sea porque nada en él cierra del todo: es un fanático del synthpop que se viste con alta costura y quiere ser Bruce Springsteen; un devoto mormón que canta en una banda de rock decadente de Las Vegas. Quizá sea porque Flowers habla y tiende a meterse en problemas, como cuando se jactó –antes de que lo hubiera escuchado nadie– de que Sam’s Town, el penúltimo disco de su banda The Killers, era "uno de los mejores discos de los últimos veinte años". O quizá sea porque mientras los Killers lanzan su tercer disco, Day & Age, él todavía no está seguro acerca de qué clase de banda integra. "Cambio todos los días. Un día quiero ser terriblemente serio y al día siguiente sólo quiero componer grandes canciones pop y divertirme. No tengo ninguna dirección concreta. No sé si me gustaría tenerla." Y suspira: "Ni siquiera sé por qué la gente quiere hablar conmigo".

Flowers está sentado en la barra vacía de una parrilla que está dentro del Four Queens Hotel & Casino, un lugar tranquilo en Las Vegas frente a la sala de ensayo de los Killers. Se trajo dos bebidas con él: un agua Crystal Geyser y los restos de una Coca-Cola Slurpee. Cada detalle de su apariencia está dispuesto con una perfección obsesiva: las mangas de su camisa escocesa roja están arremangadas con precisión militar; su barba de dos días endurece con lo justo su cara de nene; su desordenado pelo castaño luce como si se lo cortaran y arreglaran dos veces por día.

Pero habla con la cadencia vacilante de un adolescente nervioso, luchando contra las preguntas difíciles con una risita incongruente e infantil. Hace fuerza para responder una pregunta simple: ¿Qué quiere decir con la frase que le da título al disco, "I want a new day and age" [quiero un nuevo día y una nueva era], en la canción "Neon Tiger"? "Significa que quiero un nuevo día y una nueva era. Creo que las cosas pueden estar mejor", dice Flowers, y hace una pausa de casi diez segundos, mirando la mesa. "Me parece que no se me permite decir algunas de las cosas que siento." ¿Por qué? "Soy demasiado lindo."

Day & Age, producido por el colaborador de Madonna, Stuart Price, es mucho más divertido que el bombástico Sam’s Town, especie de cruza entre Springsteen y Queen. Como dice el bajista Mark Stoermer, "está todo desplegado", pero en el buen sentido: desde el estrafalario pop de sintetizadores y vientos de "Losing Touch" hasta el tema que cierra el disco, "Good Night, Travel Well", que remite al The Cure de Disintegration. "Este disco no está tratando de ser nada –dice Flowers–. Tenemos muchas influencias, y no queremos que nos aten o nos etiqueten."

Flowers creció escuchando bandas new wave y synth-pop –Duran Duran, The Cure, Depeche Mode, los Smiths–, pero de grande se apasionó más por el rock de raíces norteamericanas, en especial Springsteen, Tom Petty y Tom Waits. " Hot Fuss [el disco debut de la banda, de 2004] era sintético", dice Flowers, de 27 años. "Aunque era honesto, estaba cubierto por un brillo, y creo que es como una máscara que nos pusimos. Es como los Strokes, que eran rockeros sucios que venían de lugares bien. Nosotros vinimos del lado opuesto, y nos pusimos trajes. Pero cuando escucho a Tom Waits, o escucho «Thunder Road», sabés, me dan ganas de ponerme las botas, tocar el piano y manejar un Chevy modelo 57."

Una semana después, en Nueva York, Flowers está menos callado. La última vez, estaba nervioso por los ensayos previos a la gira, pero ahora ya completaron con éxito su primer par de shows. Flowers pasó las últimas horas en su cuarto de hotel mirando Starman, la película de 1984 con Jeff Bridges, que le pareció "realmente conmovedora". Se enciende aun más cuando habla de su mujer, Tana, y de su hijo Ammon, de un año y medio: "No quiero que pasen más de dos semanas, quizá tres, sin verlos. Ammon está empezando a tener una personalidad. Es duro. Lloré como un bebé cuando salí del aeropuerto ayer".

Sentado en un restorán japonés, Flowers argumenta a favor de los geniales y olvidados Oingo Boingo. "Están tan menospreciados que es una locura", dice mientras gesticula furiosamente. "La gente no entiende. Sólo conoce «Weird Science» o quizás todo Dead Man’s Party. Pero tienen esa línea ska y punk y todo, que no es ska y no es punk, y que es una locura. Conseguite Best of Boingo. Te lo digo en serio."

La madre de Flowers es ama de casa y el padre trabajó en un almacén; lo criaron en las afueras de Las Vegas, y luego en Nephi, Utah (se mudó de nuevo a Las Vegas cuando tenía 16). Flowers comparte con Springsteen haber tenido un pasado difícil: su padre fue alcohólico hasta que se convirtió al mormonismo, cuando Flowers tenía 5 años. "Mis padres son mi conexión con mis Estados Unidos románticos, sabés", dice Flowers, que en la canción "A Dustland Fairytale" describe a su padre como "una especie de astuto príncipe americano de cromado". "Mi papá siempre tiene autos viejos, y me enseñó todo sobre ellos." Pero a diferencia de Bruce, o de básicamente cualquier otra estrella de rock, Flowers es un mormón practicante. Va a la iglesia, y su mujer –una maestra de escuela y ex gerente de un Urban Outfitters de Las Vegas– abrazó la fe antes de su casamiento en 2005. Le pusieron Ammon a su hijo por un misionero del Libro de Mormón.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días reprueba las drogas, el alcohol y el sexo extramatrimonial; pero durante un tiempo, Flowers bebía y se enfiestaba en las giras. Hace dos años, cerca del lanzamiento de Sam’s Town, dejó de hacerlo. "Creo que ahora probablemente siento menos culpa, y también estoy mucho más saludable que nunca", dice Flowers. Es confuso cuando habla sobre qué lo hizo cambiar, excepto cuando dice: "Mi mujer embarazada y todo eso realmente ponen las cosas en perspectiva. Pero hay un elemento de diversión que extraño", dice Flowers, con algo de melancolía.

Flowers votó por Obama, pero sus ideas políticas a menudo han parecido estar inclinadas hacia la derecha: ha expresado su simpatía por George W. Bush en el pasado, y ha criticado a Green Day por cantar "American Idiot" en el exterior. Y se preocupa en voz alta porque Estados Unidos se está alejando de la religión. "En Inglaterra, la prensa nos trata a los creyentes como si creyéramos en Papá Noel, y en Estados Unidos se está yendo hacia eso", dice con evidente desaprobación.

La fe de Flowers en su banda es igual de ferviente: hace poco sugirió que los Killers podían convertirse en una banda más grande que U2, y él cree que sus mejores composiciones aún están por venir. "Siento que tengo que estar constantemente componiendo canciones. Podría subir a mi habitación ahora mismo y… ya sabés, todavía quiero componer mi propio «Imagine». No es algo imposible para mí, aunque a todos les gustaría decir que lo es."

A pesar de los seis años que llevan juntos, hay algo extraño en la química que tienen los Killers cuando están fuera del escenario: tienen bastante poca. Lucen y actúan como si estuvieran en cuatro bandas distintas, y la interacción entre ellos se parece más a la que hay entre colegas, y no entre amigos. "Nos estamos haciendo amigos –dice Flowers–. Todavía estamos aprendiendo de nosotros. Nos conocemos apenas desde la formación de la banda."

Pero más allá de lo diferente que sean entre sí, a estos tipos los une su enorme ambición. El grupo, que empezó con las zapadas del guitarrista Dave Keuning con Flowers en 2002, se puso objetivos desde el comienzo. "Me acuerdo que le pregunté a Brandon: «Vos querés ser grande, ¿no?». Y él respondía que sí", dice Keuning. (Según Price, el productor el disco, Flowers y Madonna tienen más de una cosa en común: "Hay una voluntad y un empuje en esos dos que tiene que ver con «tener éxito por todos los medios posibles»".)

El baterista Ronnie Vannucci estudió percusión en la universidad, y tiene los golpes de sesionista necesarios para lograr el pulsante beat dance de "Human", el single principal del nuevo disco. Keuning es el bicho raro de la banda –es tan volado que está ahorrando dinero para reservar un lugar en los primeros vuelos espaciales turísticos de Virgin. A veces sus ojos parecen estar moviéndose en direcciones opuestas, y él insiste con que "When You Were Young", el homenaje de la banda a "Born to Run", no suena para nada a Springsteen ("El es muy raro, pero es muy bueno", dice Vannucci). Con sus rulos a lo Brian May, Keuning también es el que tiene el look rockero más clásico de los cuatro: se deja el pelo largo porque en varios de sus trabajos previos a Killers no lo dejaban tener el pelo así. "Todos los días agradezco que no tengo que levantarme a las seis de la mañana para ir a trabajar a Banana Republic para abrir cajas con ropa", dice.

La combinación entre el descaro de Flowers y la tendencia del grupo a alcanzar lo difícil de alguna manera hace a la banda más fascinante. Su letra más famosa –"I’ve got soul, but I’m not a soldier" [tengo alma, pero no soy un soldado], de la canción de Hot Fuss "All These Things That I’ve Done"– es inolvidablemente pegadiza, pero también incongruente. El antigramatical estribillo de "Human" ("Are we human, or are we dancer?" [¿somos humanos, o somos bailarines?]) es igual de impenetrable. Flowers se irrita porque la gente no parece terminar de entender la letra, y porque los fans no estaban contentos con el beat dance de la canción. "Se supone que es un tema bailable, va con el estribillo. Si no lo entendés, sos un idiota. No entiendo por qué hay una confusión con eso."

Flowers sabe que les está abriendo la puerta a más burlas con una canción clave del nuevo disco, la bowiesca "Neon Tiger", que se lee como una fábula llena de vanagloria. "Fuiste hacia el centro de la escena como un anillo de diamantes / No dejes que te domen / Sos demasiado puro y audaz", canta Flowers con mucho drama. Pero hace poco Flowers recibió una dosis de consuelo de uno de sus héroes: habló con Bruce Springsteen en el backstage de un estadio de Los Angeles. "Estaba muerto de miedo, con todo lo que se había dicho sobre Sam’s Town –dice Flowers–. Y él me calmó y me dio una gran dosis de confianza. Fue… es perfecto. El es increíble. Fue mucho más amable de lo necesario para él. Me habló acerca de cuán indiscutible era el primer disco. Y yo le conté de mis preocupaciones sobre todo eso y, ¿sabés?, él me dijo que a él le pasó lo mismo con Bob Dylan."

En Nueva York, los Killers salen a escena en el Hammerstein Ballroom frente a miles de excitadísimos fans, desde chicos de 10 años a amas de casa danzarinas. Hacia el final del show, Flowers se para sobre los parlantes de retorno y extiende los brazos en una pose mesiánica a lo Bono, mientras el público grita al son de la coda de "All These Things That I’ve Done": "I’ve got soul, but I’m not a soldier". Flowers levanta su micrófono con su mano derecha y golpea el aire al ritmo de Vannucci. Repite la frase, una y otra vez, con toda la pasión que tiene: "I’ve got soul, but I’m not a soldier". Suena genial. Y por un momento, hasta parece que significa algo y todo.

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